viernes, mayo 22, 2009

Una bendición


Fotografía de Luis Mazariegos

Andrés, cuando tenia unos 6 años , mi madre nos llevo a vivir al estado de Sonora, en la ciudad de Guaymas, era un lugar recién urbanizado, y por lo mismo había en aquel entonces flora y fauna en su estado natural, ardillas, zorrillos, topos, alacranes, ciempiés, víboras, tarántulas, aves de distintas especies que no supe sus nombres, y libélulas, hermosas y ruidosas libélulas, sapos, ranas, y para mi que era una chamaquilla de ciudad fue el gran descubrimiento, nunca había estado en contacto tan cercano con la naturaleza, cerca de donde vivíamos había una playa y un estadio de béisbol.

Llegar a ese puerto adaptarme a el tremendo calor, me dejó recuerdos muy marcados, y ahí en esa ciudad donde perdí el apetito, porque con tanto calor era difícil tener apetito, conocí los Colibríes, y no de una manera mágica, sino que en pequeñas bolsitas rojas, rellena con otros elementos , los vendían disecados según eso para atraer el amor y el dinero, como amuleto mágico.

Vaya sorpresa y asombro que me lleve , ver a esos pequeñines, sin vida , y yo sin tanta conciencia, pero sentí pesar, mucho pesar, como podía alguien quitarle vida a algo tan hermoso, hoy con tu correo recordé mi primer encuentro con ellos, y sentí cierta aflicción a destiempo.

Cuando conseguí colgar mi bebedero de colibríes en mi ventana fue todo un acontecimiento familiar, lleno de ceremonia, contestando las muchas preguntas de mis hijos, como un vamos a alimentar a las criaturas de Dios, esperamos un día entero ver aparecer el primero y al día siguiente con el sol recibimos la bendición de ver al primero, y bueno pues me sentí muy agradecida con la persona que me lo regaló, y aquel recuerdo triste de los colibríes sin vida, no salió de su escondite hasta ahora que leo tu correo, veo que somos muchos los que los contemplamos, y encontramos en ellos una fuente de alegría.

Sí me interesa mucho saber cuando volverán aparecer, o si estoy haciendo algo que los aleja, o si paso algo en mi entorno que los obligó a alejarse.

A veces he soñado en comprar cientos de bebederos y colgarlos en la gran fila de árboles que rodea mi casa y compartir con los vecinos ese milagro de ver su fugaz aparición....

Mensaje de Aída Méndez, desde Tijuana, México